Hay clientes que no quieren contratarte.
Solo quieren usarte para cumplir sus necesidades.
El otro día me pasó algo.
Una clienta me contactó porque quería comprar una casa.
Tenía humedades, y quería una valoración.
Hasta aquí, todo bien.
Pero luego insistió.
Quería que fuese en persona.
Que le hiciese un diagnóstico.
Y que le mandase un presupuesto… inflado.
¿Por qué?
Porque su idea era usar ese presupuesto para renegociar el precio de la vivienda.
Es decir: no quería reparar nada.
Solo necesitaba una excusa para bajarle el precio al vendedor.
En este tipo de casos, si no estás atento, puedes acabar trabajando gratis.
Gastando tiempo, gasolina y conocimiento… para servir a un cliente que no te va a contratar nunca.
Tienes que entender exactamente qué quiere tu cliente en la primera toma de contacto.
Es difícil.
Pero tienes que hacer lo que sea para conseguirlo.
Y luego decidir si quieres dárselo… o no.
No todos los que te contactan quieren tu servicio.
Algunos solo quieren tu autoridad, tu informe o tu firma…
para conseguir algo que no tiene nada que ver contigo.
Por eso es importante que apliques un filtro muy claro desde la primera toma de contacto.
Por si te sirve de guía: sé consciente en todo momento que no has montado un negocio para hacer favores, sino para ganar dinero.
No por eso tienes que ser un capullo.
Pero si detectas que te están utilizando, corta rápido.
Cada hora de tu tiempo tiene un coste.
Asegúrate de que lo estás invirtiendo en quienes quieren trabajar contigo de verdad.