El miedo te hace decidir mal (y ni caso)
¿Alguna vez has tomado una decisión por miedo… y lo has justificado como si fuera lógica?
Bien.
Te cuento cómo suele pasar.
Quizá te suene esta situación:
→ No estás vendiendo.
→ Sientes presión.
→ Tu cabeza se llena de ruido.
→ Tomas una decisión en caliente: bajas precios, cambias de idea, lanzas una oferta sin pensar.
→ Te convences de que “tenías que hacer algo”.
→ Pero días después te arrepientes.
Esto no es intuición.
Es miedo camuflado.
Hace unos días yo sufrí ese miedo camuflado, tratándose hacer pasar por intuición.
Golpes en el pecho y creía haber tenido buenas ideas.
Me paré y le di vueltas al coco.
Eso sí que fue intuición.
Saber que no estaba pensando como suelo pensar.
Cuando piensas mucho, es como que desarrollas una metodología de pensamiento. Si te has observado lo suficiente a lo largo de tu vida, acabas sintiéndote raro cuando no piensas de la forma que piensas normalmente.
Esto es una conclusión a la que llegas de rebote cuando has pensado mucho y te encuentras con este tipo de sitauciones.
Si no has pensado mucho en tu vida, entonces no sabes de lo que te estoy hablando.
Total.
El miedo.
Se combate con sinceridad.
Exponiéndote a él y sintiendo que te están sudando los coj*ones (literalmente) de los nervios.
No vas a saber de lo que te estoy hablando hasta que no te pase de nuevo.
Tienes que estar en tensión, tener urgencia por hacer algo ya.
Lo más seguro es que tengas el foco en el problema y no te acuerdes de mí, pero si haces un pequeño esfuerzo, te acordarás.
Y si te acuerdas, hazte estas 3 preguntas:
¿Qué es lo que más me acojona de que esta situación falle catastróficamente?
¿Qué pasaría si no hago nada durante 24h?
Si el que está acojonado fuera mi amigo y no yo, ¿qué le recomendaría hacer?
Las respuestas más habituales a estas preguntas son:
“Que piensen que soy un fracasado”
“Absolutamente nada”
“Tómate un respiro haciendo otra cosa como caminar, deporte, charlar con un amigo y luego lo piensas con calma”
Las respuestas más sinceras te revelarán que el problema no es tan grave.
Además, te digo una cosa que deberías recordar para toda la vida.
Esto es lo más valioso de todo y te lo llevas gratis.
Los problemas más serios no se resuelven en uno o dos días. Estos problemas suelen ser predecibles; te han estado molestando desde hace tiempo. Son dificultades que no se pueden solucionar de la noche a la mañana.
Y ahora te lanzo una pregunta, por si tienes el valor de responderla:
¿Cuál ha sido la última cagada que cometiste por miedo?
Si te apetece, cuéntamela respondiendo a este mail.
No voy a juzgarte.
Igual hasta la convierto en un buen aprendizaje para el siguiente.