“Te conozco como si te hubiera parido” es una frase muy utilizada por las madres y las abuelas.
Yo te conozco como si te hubiera parido, no porque seamos amigos, familiares o porque nos llevemos tiempo escribiendo.
Es porque entiendo el comportamiento humano, y sé que este mail tendrá más aperturas y ratios de lectura que otros.
No lo he hecho como clicbait, lo he hecho porque es la verdad.
Te voy a contar la historia del condón de hace 200 años y cómo puedes aprender de ella para aprovecharla para tu negocio.
Un museo en Ámsterdam ha expuesto un preservativo de 1830.
Hecho con intestino de oveja (asqueroso, pero curioso).
Decorado con una escena erótica entre una monja y tres curas.
Y con esta frase grabada: “Voilà, mon choix.”
Literalmente significa: “Ahí está, esa es mi elección.”
Pero en ese contexto significaba algo más.
Una declaración provocadora.
Una forma de decir: “Esto es lo que quiero, y no me escondo.”
Porque ese condón no era solo una herramienta de prevención.
Era una elección con intención.
Y eso es lo que mucha gente sigue sin entender cuando vende.
Venden pensando en la función.
Cuando lo que mueve al cliente es el significado.
¿Tu producto resuelve algo que incomoda, da pereza o se posterga?
Entonces tu trabajo no es explicar.
Es provocar una elección.
Hazlo urgente, emocional, inevitable.
Como el tipo que eligió ese condón pensando que el deseo vende más que la lógica.
¿Qué elección provocadora estás dispuesto a hacer hoy para que tu cliente no pueda ignorarte?"
No me respondas ahora. Pero cuando lo hagas, que sea con la misma intención con la que ese condón de 1830 gritaba "Voilà, mon choix".
Porque el mundo no necesita más productos funcionales. Necesita historias que los hagan inevitables.
¿Cuál es la tuya?